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Una empresa de mezcal que nació de una pregunta diferente

La historia de Bikini Mezcal empezó con una charla, no sobre el agave, sino sobre la estructura. No sobre las vasijas de barro, sino sobre la escala. Tres socios se juntaron y se preguntaron:

¿Qué se necesita para hacer un mezcal que realmente funcione?

No solo en concursos de cata, sino también en discotecas. En hoteles. En las tiendas de regalos de los aeropuertos. En manos de clientes que publican, comparten y se lo llevan a casa.

Así que creamos un mezcal de calidad superior que cumple todos los requisitos tradicionales (tostado en foso, Espadín, certificado por la NOM) y luego creamos una marca que se vende sola.

Three partners discussing structure and scale for a high-performance mezcal brand.
Pool area

Esto es lo que nos propusimos conseguir y cómo lo logramos:

Este no es un mezcal que susurra desde la estantería. Habla desde la mesa.